lunes

Nieve en polvo

A él no le gustaban tus medias de rayas, por eso te las arrancaba a la menor ocasión.
Esa noche aparcó la impersonalidad en zona de residentes, y barrió tu vergüenza a lo largo de los siete pisos, y alabó la desnudez de tu alma sobre un colchón Flex y la cubrió de húmedos elogios.

Esa noche descubriste cuan amplio es el mundo y el calor que dsprende el sol, esa noche tu cintura albergó un mar de mentiras que se agolparon en tu boca para no salir jamás. Y sudor y éxtasis y delirio.
Y en el bosque de sábanas de seda tú seguías notando lo firme que era su pasión entre tus piernas, hasta que todas las emociones se fundieron en un inconsistente sueño. Y volvisteis a dormir de espaldas; tú contando naufragios en el gotelé de la pared y él repasando la alineación de algún equipo de fútbol femenino del norte de Europa. Suecia tal vez. Porque Suecia es fría y porque te gustaban las descargas eléctricas que recorrían tu columna vertebral cada vez que su gélido aliento chocaba contra tus inseguros labios. Incluso te hacían gracia los comentarios frivolamente malintencionados del vecino de al lado, que en vano intentaba acallar las embestidas del carísimo cabecero de ébano contra el vasto muro de las lamentaciones.

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