martes

Y entonces, despertamos

Fue un instante sin fin,
Sin tiempo para soñar,
Un laberinto
De inhóspitas circunferencias
En las aguas profundas
Que acunan
Fantasmas de humo,
Cigarrillos consumidos,
Polvo de estrellas,
Canciones en prosa
y pájaros que no cantan.
Fueron tiempos en que la locura,
Murmurando su tonada estival
Se follaba a la adusta libertad
En colchones de rizados nenúfares
Entre los suspiros de libélulas
De chocolate amargo.
Fue un otoño homicida,
Un caminar de bruces
Sobre la espalda de las hojas
Perdidas en el letargo de los siglos.
Sollozan las luciérnagas
Exiliadas en la sombra del deseo,
La ausencia de la luz oscurecida.
Y las ranas,
De hierba en hierba,
Amaban a la luna
Todas las noches.