lunes

Obsidiana

Caen mis fronteras a medida que conquistas mi geografía. Te cedo mi fuerte, la región de mis palabras es tuya. Me encuentro hoy indefensa, mientras tu ejército se desliza, diligente, entre botones, lazos y cremalleras, banderas blancas ondean en las murallas. Aproxímate más, cúbreme entera, encadéname a ti, detente brevemente en mi cintura, rodéame en caricias circulares, y explora el resto de mi arquitectura, con paso franco a todos mis lugares.
Me rindo, recórreme sin tregua en los arpegios, arráncame las voces que en mí yacen, despiértame de este sueño de labios sobre el vientre, de labios vagabundos.
Si apresurado, detenerte quiero; 
si en lentitud, acelerar la marcha; 
si en gentileza, brusquedad exijo; 
si en arrebato, rogaré la calma.
Navégame entre muslos, que ya llega rodando irracional el huracán. Atrinchérate en mis entrañas, que reviente en mí tu furia de emociones irrumpiendo en mis húmedos rincones la dulce intensidad que he presagiado. Y al expirar los últimos gemidos, sumérgete en quietud, late conmigo, enciérrame en tu abrazo, estrecha el cerco, anúdate a mí con lazos perdurables. 
Dormita la luna, obstinada noctámbula, en la callada oscuridad difusa. Ya en cascada se cierran los ojos a la dulce muerte, profusión balsámica que nos inunda de delicia. Y yacemos jadeantes, yuxtapuestos, fuera de nuestros cuerpos.